Título español: Atrapados en el espacio;
Ano de producción: 1969;
Dirección: John Sturges;
Guión: Mayo Simon, sobre unha novela de Martin Caidin;
Productor: Mike F. Frankovich;
Fotografía: Daniel L. Fapp;
Montaxe: Walter Thompson;
Deseño de producción: Lyle R. Wheeler;
Decorados: Frank Tuttle;
Vestuario: Seth Banks;
Efectos visuais: Lawrence W. Butler, Donald C. Glouner e Robie Robinson.
Reparto: Gregory Peck (Charles Keith), Richard Crenna (Jim Pret), David Janssen (Ted Dougherty), James Franciscus (Clayton Stone), Gene Hackman (Buzz Lloyd), Lee Grant (Celia Pret), Nancy Kovack (Teresa Stone), Mariette Hartley (Betty Lloyd).
"Gracias a homes coma eles demos o primeiro paso fóra do noso planeta. E a viaxe á Lúa foi só o principio: iremos até as estrelas, a outros mundos, a outras galaxias. E morrerán homes neste esforzo, igual que morren en coches, en avións, en barcos e na cama"
Charles Keith en Marooned
Puede que sea un poco drástico decirlo así, pero a mí esto me parece ciencia-ficción de juguete... con su globo terráqueo de plastilina, sus cafeteras volantes, sus cascos espaciales naranja fosforito modelo Power Ranger (ya sólo por ese detalle casi sería recomendable verla en blanco y negro). Sin embargo este film se llevó sorprendentemente el Oscar a los mejores efectos visuales, justo un año después de que obtuviera el mismo galardón la magistral
2001 Una Odisea en el espacio, una película que se adelantó realmente a su tiempo en este campo. Evidentemente no hay color entre ambas, está claro que el Oscar de 1969 a los mejores efectos visuales muy bien hubiera podido quedar desierto. De todas formas, intentémosla ver con los ojos inocentes de entonces ya que... ¿qué pensarán de
Matrix, por ejemplo, los que vayan al cine dentro de 40 años y se introduzcan en sus cápsulas flotantes de realidad virtual con pantalla 3D-Sphere y sistema omnisound, odor-plus, tactus-extreme y maxi-flavour?... Por cierto, a ver quien es el valiente que se mete en una de ellas para ver
Alien XII o
La Mosca VI.
Supongo que muchos de vosotros hace muy poco que sabéis de la existencia de este film. El que esta película no se haya convertido en un clásico recordado por todos seguramente se deba al hecho objetivo de que es algo flojita. Pero esto no significa que no me haya gustado, ni mucho menos. A pesar de que hasta el momento no haya hecho más que criticarla, en realidad tengo que confesar que disfruté como un enano viéndola. Pienso que como a mí os resultará chocante ver a Gregory Peck y Gene Hackman en una peli del espacio, junto a otros rostros habituales de los westerns de toda la vida, es decir
Space Cowboys versión años 60. Aunque solo sea por esta razón creo que ya merece la pena, pero por supuesto existen otras.
Lo que más me ha gustado, y lo que diferencia a
Atrapados en el Espacio de otras muchas películas del género, ha sido la actitud del director. Aunque algunos lo puedan ver como un defecto, Sturges intenta por todos los medios que la historia sea creíble, que se parezca en todo lo posible a una situación real, incluso sacrificando el ritmo en muchas ocasiones para centrarse en el sufrimiento de los astronautas y en sus interminables rutinas de control de vuelo... puede que muchos se aburran si la trama es lenta, pero yo me aburro cuando no me creo la historia y soy incapaz de identificarme con el personaje. No esperéis la típica escena en la que se atraviesa un campo de asteroides a toda velocidad, ni espectaculares explosiones, ni alienígenas de vistosas formas y colores, ni viajes en el tiempo hacia delante y hacia atrás con la misma facilidad que subimos y bajamos en ascensor... Simplemente hay un motor que no enciende cuando tiene que encender y muy bien la frase que tocaría decir en ese momento sería un "¡la cagamos Luis!" (1993) o un "¡trata de arrancarlo, Carlos, por Dios!" (1995), recordando algunos momentos cumbre de nuestra historia reciente.
Atrapados en el Espacio se estrenó semanas después de la llegada del hombre a la Luna aprovechando la fascinación general que había causado el acontecimiento del siglo. Intenta ajustarse tanto a la realidad (aunque en algunos momentos se queda sólo en el intento) que de hecho podemos decir que no llega a ser de ciencia-ficción, tan sólo es una película del espacio. Se queda más bien en ciencia, frente a otras que se quedan solo en ficción (casi todas diría yo). Se describe únicamente una situación que, aunque imaginaria, pudo haber ocurrido perfectamente. En realidad parece una especie de premonición del accidentado viaje del Apolo XIII.
Los cinco protagonistas que desarrollan toda la trama son:
Gregory Peck: me gustaría que alguien me explicara como se las arregla para no cambiar el gesto a lo largo de toda la película... Realmente llega a resultar irritante... parece como si no fuese él, sino otro actor con una careta de Peck, aunque... bueno, nunca fue muy expresivo el hombre.
Gene Hackman: uno de mis actores preferidos actualmente, pero al que en esta ocasión le tocó el papel de antihéroe. Interpreta a un personaje que llega a ser realmente patético en muchos momentos de la historia, especialmente cuando habla por radio con su esposa, todo lo contrario de lo que se espera de lo que podría ser la despedida final. Afortunadamente para él, Hackman se redimirá años mas tarde con otro personaje mucho más lucido a bordo del Poseidón, dando la vida por todos y quedando, ahora sí, como un verdadero héroe. De todas formas aún le quedaría mucho metraje por recorrer hasta convertirse en el actor que es hoy en día.
Richard Crenna: hace todo lo que se supone que debe hacer un héroe. Por cierto, ¿de qué me suena su cara?... ¡ah, claro!... pero si es el coronel Truman en persona... ¡Dios mío, Coronel... no siento las piernas!.
David Janssen: es un buen chaval, no ve la hora de salir zumbando al espacio para rescatar a sus compañeros. Es el auténtico doctor Richard Kimble,
El Fugitivo, aunque no soy tan mayor como para no quedarme con Harrison Ford.
James Franciscus: el guapo de la peli, ¿no os recuerda horrores a George Clooney?.
En resumen, si no os importa descubrir que la Península Ibérica vista desde el espacio tiene forma de chicle "masticao" y que este largometraje no tiene banda sonora (esto último no sé si es por darle realismo o por ahorrarse unas pelillas), pues disfrutaréis viendo
Marooned, que para el que no lo sepa significa Aislados.
Amós Ferrero
Agrupación Astronómica Coruñesa Io
Vale, é certo:
Marooned non é perfeita. ¿E que? Non só de obras mestras vive o cinéfilo, e moito menos o afeccionado á ciencia ficción, acostumado a tragar con devotísima fe os peores froitos do inframundo da serie Z.
Marooned falla en cousas moi simples, moi fáciles de corrixir: unha estética sixties que xa daquela era rancia e o evidente cutrerío das escenas espaciais. Espectacularidade, ningunha, pero parece razoábel supoñer que non era esa a intención do seu director, John Sturges, quen obviamente aposta pola seriedade dun guión en xeral moi sólido.
John Sturges era un deses homes para todo que abundaban no Hollywood da posguerra. Levaba rodadas vintecatro películas en apenas once anos cando se puxo ás ordes de
Gunfight at O. K. Corral, unha espléndida versión das andanzas de Wyatt Earp e Doc Holliday contra a banda dos Clanton. Un tipo coma min que lle reza todas as noites a John Ford preferirá mil veces antes
My darling Clementine, por suposto, pero iso non lle quita méritos a este
Duelo de titanes, e ademais Burt Lancaster e Kirk Douglas sempre fixeron moi boa parella na pantalla. Nos anos noventa verían a luz dúas novas versións sobre o tema,
Tombstone e
Wyatt Earp, que teñen en común a condición de ser perfectamente prescindíbeis.
Sendo quen de controlar os egos de dúas estrelas como aquelas Sturges demostraba estar preparado para calquera cousa. Por exemplo, para dirixir a un católico borrachón chamado Spencer Tracy na adaptación dun coñecido texto de Hemingway,
The old man and the sea. Repetiría con Kirk Douglas en
Last train from Gun Hill, un estupendo western que tiña moito de crepuscular antes de que se inventasen os western crepusculares.
The seven magnificent colocouno definitivamente na historia do cine. Película máis popular que boa, hoxe lembramos dela sobre todo a machacona melodía de Elmer Bernstein que amenizou durante anos certos anuncios televisivos de tabaco. En 1963 fixo a mellor película da súa filmografía e unha das máis divertidas xamais rodadas: a gloriosa
The Great Escape. Xa saben, Steve McQueen, James Coburn, Richard Attenborough, James Garner e moitos máis intentando escapar dun campo de concentración alemán. Nunca na historia do cine se lle sacou tanto partido a unha persecución en moto e a unha pelota de tenis. O espectador fica tan entusiasmado despois de ver
The Great Escape que un se pregunta como sairía se aínda por riba os prisioneiros do filme chegasen a ter fuxido.
Cando John Sturges empezou a dirixir
Marooned tiña unha longa experiencia facendo toda clase de películas. Parece claro entón que non lle faltaba capacidade para rodar con sentidiño escenas de acción espaciais, algo tan simples que mesmo Stanley Kubrick sabía facelo. Sturges presta atención aos personaxes, máis que ás súas peripecias; o ponto de partida da historia exponse rapidamente, pero logo se desenvolve con minuciosidade, dilatando a vontade o tempo. Aposta por amosar a rutina do traballo e por unha certa reiteración, creando tensión no espectador a forza de facerlle vivir case en tempo real o que está pasando. Nótase, porén, que o desenlace xa non lle interesa nada, de aí que o resolva mesmo cun pouco de precipitación.
Polo demais, a mensaxe do filme podería soarnos hoxe estrañamente fresca. Non esquezan que vivimos tempos nos que desde a NASA se xustifica a cancelación das revisións do Hubble non por razón dos orzamentos senón "para non poñer en perigo a integridade dos astronautas", idea esta que até sería conmovedora se resultase verosímil. O debate sobre a necesidade da exploración espacial faise explícito en
Marooned na escena na que un periodista cuestiona diante dun como sempre espléndido Gregory Peck se a posíbel morte dos tres astronautas tería servido para algo. O filme resulta nese aspecto bastante avanzado, pois afástase totalmente do medo ao progreso que latexa ao fondo da maior parte das obras do cine fantástico e de ciencia ficción. Falla a forma, sen dúbida, pero o fondo do filme consérvase igual de fresco que o primeiro día.
Martin Pawley
Agrupación Astronómica Coruñesa Io
¶